Suelo escribir, más que mis propósitos que nunca cumplo, los aprendizajes que el año viejo me ha dejado cada 31 de diciembre. Prefiero no olvidar lo que me ha hecho crecer que los objetivos a los que dudosamente me esforzaré en alcanzar.
El 2010 ha sido el año de afianzarme como persona, hija, hermana y amiga. De grandes retos de los que creo, salí bien librada.
Aprendí que:
– Volver no significa ir para atrás. Sino reinventarse y ver el horizonte con ojos renovados. Duele, sobre todo si se sale de la zona de confort de manera tan drástica pero al final, la niebla se despeja, se aclara el paisaje y se pueden ver las nuevas guías del camino.
– Las decisiones tomadas con las vísceras nunca me han salido mal. Deja de pensar y vive, como casi siempre has hecho.
– Las cosas materiales son un montón de triques acumuladores de polvo. La sonrisa, mirada e ingenio de las personas que quiero son invaluables. Que me roben lo que sea, pero eso, jamás.
– El asalto me cambió las perspectivas. Caí en la cuenta de que el valor de mi vida no se basa en lo que soy, sino en quiénes ven por mí.
– Una ciudad no me define. Es la gente que vive en ella la que me moldea. Monterrey, Barcelona y ahora, Ciudad de México tienen a las personas exactas para mí. Y siempre me recibirán con un abrazo.
– La belleza de México es inigualable. Este año he podido visitar más de lo que había hecho en los 23 años que viví en él antes de mi época barcelonesa. Puedo gritarle a esta tierra lo desmadre que es, pero ella me da un toque de serenidad cuando me regala puestas de sol rosadas casi cada tarde.
– Soy vanidosa y presumida. Presumo de tener a los amigos que tengo aquí, allá y más allá. Y alimentan mi vanidad cuando me hacen sonreir y mi cara se ilumina.
– Los de siempre no tienen por qué seguir siendo como siempre. Tuvieron su lugar y tienen su historia. Tal vez algunos más reemplazables que otros y eso está bien, parte del proceso de renovación.
– Nunca empiezo desde cero. Viajo con mi casa a cuestas y estos 31 años de aprendizajes. Es fácil anclarse y volver a moverme.
Parecen ligerezas, pero todo lo anterior me ha hecho saberme más libre, loca y feliz. Más Marbella.
Gracias por acompañarme en este difícil año. Gracias por sostenerme, por los abrazos, los besos, los te quiero, los secretos, la confianza, las carcajadas, las locuras, las dosis de realidad, los bailes, las charlas, los cafés, las comidas, los paseos, las sorpresas, la compañía, la calidez:
Víctor, Jonatan, Katia, Dann, Gina, Lups, Elisa, Rosalba, Graciela, Pepe, Saydeé, Perla, Monled, Ana, Fabi, Moni, Mireya, Miguel, Henri, Anton, Oleg, Luciano. Sépanse parte de mí.